DONACION OBRA 2010

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CULTURA

Una pintura siempre joven

La Asociación de Amigos de San Telmo dona al museo una obra del artista guipuzcoano Nicolás Lekuona, cuya muerte prematura no evitó que fuera el artífice de la vanguardia vasca en la República.

Cuadro "Sin título" de Nicolás Lekuona (Iker Azurmendi)

Ruth Pérez de Anucita

-Martes, 18 de Mayo de 2010

Sólo vivió 23 años; en ellos tuvo tiempo para ejercer de pintor, fotógrafo y aparejador, para experimentar y llevar de la mano a sus compañeros hacia nuevos senderos artísticos y para ganarse la admiración de alguien tan riguroso en sus elogios como Jorge Oteiza.

Nicolás Lekuona nació en Ordizia en 1913 y murió en 1937 en un bombardeo de la Guerra Civil. Fue un pintor de esa generación artística perdida, entre los que murieron, los que tuvieron que exiliarse o los que abandonaron su arte vanguardista porque la dictadura no lo veía con buenos ojos. Por eso, la "tradicional" donación con motivo del Día Internacional de los Museos --aunque esta vez la Asociación de Amigos de San Telmo y la propia pinacoteca han ido "a medias"- provee a la institución donostiarra de una muestra del que se considera "el gran artífice de la vanguardia vasca en la República".

Su cuadro, que reproduce una naturaleza muerta y carece de título, adquiere también más valor por la escasa producción de Lekuona a la venta. El artista ordiziarra no sólo probó en su corta trayectoria con distintas disciplinas -la pintura, el dibujo o la fotografía- sino también diferentes temáticas, como "el mundo industrial, la figura humana o naturalezas muertas", género éste último al que pertenece la obra que incrementa los fondos de San Telmo, creada en torno a 1933, cuatro años antes de su muerte en un bombardeo.

La presidenta de la Asociación de Amigos del Museo San Telmo, Montserrat Fornells, explicó que la obra "puede sorprender por la sencillez y la difícil identificación del tema". "Son hormas de sombrero", aclaró. La explicación se esconde en su biografía. Tras pasar por la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián, se fue a Madrid a estudiar aparejador. Vivía en el número 80 de la calle Goya con su tía Avelina, que era sombrerera. "Las formas redondeadas de los moldes cobijaban un surrealismo orgánico que cultivaban los miembros de la Sociedad de Artistas Ibéricos", interpretó Fornells.

Con 19 años y una Kodak Hawk-eye -ojo de halcón- ensayaba ángulos expresionistas; se inspiraba en las revistas de moda de su madre y en el cine mudo, sobre todo alemán. En Madrid se introdujo rápidamente en ambiente artístico de la II República; frecuentaba el café Pombo donde Ramón Gómez de la Serna solía alabar sus fotografías, y allí formó una cuadrilla que sirvió de enlace entre la vanguardia republicana y el arte vasco: el escultor Oteiza, el pintor Sarriegi y el poeta Gurrutxaga.

Cuando precisamente San Telmo dedicó una exposición a Lekuona, Jorge Oteiza, "muy emocionado", afirmó: "Nicolás era el más vanguardista de todos nosotros". "Si no hubiera muerto, habría sido una estrella fulgurante ", apostilló Fornells. "Fue quien más abrió caminos, el de espíritu más experimental", destacó la doctora en Historia del Arte por la UPV, que recordó sus collages a partir de recortes del cuerpo femenino, patatas y estrellas, propios del surrealismo, que lo emparejaron a Max Ernst.

En 1934 expuso junto a Oteiza y Sarriegi en los bajos del Kursaal y en el 35 se contagió de las formas racionalistas en el estudio del arquitecto Florencio Mokoroa, donde trabajó como aparejador. Formó parte de GU, una agrupación de artistas donde, aunque era mayoritaria la ideología de derechas y conservadora, se preservó una tolerancia ideológica exquisita.

Todo eso y más se quebró en el bombardeo Fruiz (Bizkaia), donde Lekuona, de 23 años, perdió la vida mientras colaboraba como camillero. Poco antes, recordó Fornells, había creado dos collages premonitorios: dos cabezas cortadas.

La obra de Lekuona está en manos de la familia, sobre todo de sus hermanas, que "le adoraban". Nicolás Lekuona era el mayor de siete hermanos. Durante el franquismo su familia cuidó "amorosamente" su obra y "ahora empieza a salir". "Sus cuadros han estado retenidos los años en que no estaban tan valorados", sugiere Fornells. Hoy se puede contemplar alguna de sus creaciones en el Museo Bellas Artes de Bilbao, en colecciones privadas y en Internet, en una pinacoteca virtual que lleva su nombre. Y en un futuro próximo, en San Telmo.