DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS

Una donación muy sentimental

San Telmo tiene desde ayer en sus fondos la obra 'Árbol, Metamorfosis 3' del escultor Aitor Mendizabal

La cesión ha sido gestionada por la asociación asociación de amigos del museo
 

Aitor Mendizabal posa junto a la obra que ha donado para los fondos del Museo San Telmo. [J.J. AYGÜES]

EL DIARIO VASCO. SAN SEBASTIÁN, 19 DE MAYO DE 2004

TERESA FLAÑO/DV. SAN SEBASTIÁN
Exposición de la pastoral Todos los años, coincidiendo con el Día Internacional de los Museos, la Asociación de Amigos del Museo San Telmo, gestiona la donación de una obra de un artista vasco para las colecciones de este centro. En esta ocasión ha sido el escultor Aitor Mendizabal quien ha cedido una de sus piezas, titulada Árbol, Metamorfosis y realizada en mármol de Carrara.

Detrás hay una larga historia sentimental porque el artista se siente muy vinculado al museo al que califica como «un edificio de una entidad tremenda». Mendizabal fue, desde 1976 a 1979, el miembro más joven del consejo del Museo San Telmo, «en una época, la transición, que resultaba muy complicada». Esta relación le llevó a donar algunas piezas de valor histórico que tenía en su colección como un Ecce Homo del siglo XVIII o varias porcelanas de Pasajes. «La unión era muy profunda y siempre he tenido a este museo muy dentro de mí», explicaba ayer el artista mientras instalaba la pieza en el hall de entrada del edificio de la plaza Zuloaga.

Esta relación se enfrió cuando hace 27 años inició su formación como escultor y grabador. Para ello se desplazó a Italia donde se licenció en la Academia de Bellas Artes de Carrara para luego diplomarse por la de Roma. «Por eso, casi treinta años después, me emociona volver a San Telmo, pero esta vez con mi propia obra, creo que es un momento muy simbólico, una especie de vuelta a casa, con todo lo que ello significa. Pienso que esta donación es algo más, tiene un carácter vital y cíclico como la propia naturaleza que busco reflejar en mi trabajo». A lo largo de su carrera Mendizabal ha obtenido el Premio de Escultura de Noveles de San Sebastián en 1979, el segundo premio de los certámenes italianos de Citta de Mosee en 1986 y Forte dei mari de 1987, además de sendas nominaciones en la Feria de Arte Contemporáneo de Bari de 1985 y el certamen Gure Artea de 1990.

Un gran tótem

Árbol. Metamorfosis, es una pieza de mármol, una especie de tronco vaciado con dos caras, una lisa y otra trabajada, sobre un soporte de hierro. El artista describe una de las partes, la más rugosa, como «un gran totem -sus dimensiones son 160 por 50 centímetros- que representa las fuerzas de la naturaleza». Se trata de la tercera obra de una serie cuyos dos primeros números se encuentran en la entrada del restaurante Akelarre. La colección se compone de diez piezas en total que se encuentran distribuidas en diferentes colecciones privadas. «Me gusta reflexionar sobre el árbol con la evocación a la naturaleza que conlleva». La otra cara, la lisa, se asemeja a una columna griega, con todo el espíritu clásico.Montserrat Fornells, de la Asociación de Amigos del Museo San Telmo, que contactó con el artista para proponerle la donación cuando éste exponía en la galería donostiarra Delta en noviembre del año pasado, señala que «la obra que incorporamos a los fondos del museo Árbol Metamorfosis (Serie A, número 3) forma parte de las reflexiones plásticas de Aitor Mendizabal sobre la esencia del árbol. La lámina pétrea que se curva para crear la silueta de un tronco vaciado ha sido trabajada en su cara cóncava con relieves y rugosidades de gran intensidad plástica evocadoras de la propia fuerza vital de la naturaleza acercándonos al árbol-totem, a lo primitivo. La cara convexa, exquisitamente pulimentada, evoca en cambio el fuste de una columna, lo clásico. Así se hacen presentes las dos ideas-fuerza de las creaciones de Mendizabal.

Tres etapas

La obra de este artista donostiarra se encuentra en constante evolución. Él mismo explicaba ayer que partió de unos principios figurativos y puso como ejemplo el conjunto escultórico Ateak que se encuentra instalado en la plaza de Irún. «El cuerpo humano me interesaba mucho, trabajaba con sus fragmentos y era muy expresionista debido a la influencia de la Escuela de Bellas Artes de Carrara que fue donde me formé y de cuyas canteras procedía el mármol que he utilizado habitualmente. Esta etapa duró un período de diez años.El regreso a casa conllevó un cambio radical influido principalmente por el paisaje: «Volver a San Sebastián supuso abandonar el Mediterráneo italiano, suave y pausado, por el paisaje atlántico mucho más duro y abstracto». Fue entonces cuando el árbol se convirtió en el eje de su obra. «Representa el elemento indivual en contraposición con el bosque que es la sociedad». Su propósito es mostrar cómo la individualidad da paso a la colectividad, «aunque en ocasiones el árbol y el bosque se podan en una metáfora a los dirigentes que manipulan a las personas». En esta etapa mucho más simbólica combina la piedra, tanto granito como mármol, con el metal (bronce o hierro), reduciendo los elementos antropomorfos para entrar en un mundo orgánico de inspiración vegetal en donde somete la naturaleza a un proceso de simplificación y depuración forma que le lleva hacia la abstracción que predomina en sus series denominadas Metamorfosis y a la que pertenece la obra que donó ayer al museo. Y aunque nunca cierra puertas a formas de trabajos anteriores ahora se encuentra sumergido en una etapa que resume en dualidades como «creación-destrucción; vida-muerte; Eros-Tanatos porque todo tiene dos caras».Para Mendizabal esta historia sentimental que ha rodeado la donación de su pieza se completaría con la presentación de una exposición que incluiría todos los dibujos y grabados relacionados con la obra que desde ayer forma parte de los fondos del Museo San Telmo. «Sería mi gran ilusión. Estoy seguro que con el tiempo se realizará, en ese sentido soy muy optimista», comentaba ayer una vez instalada la obra. Porque los grabados y los dibujos -«de sutiles y enmarañados trazos»- son una parte fundamental en su trabajo

Otras obras cedidas

La Asociación de Amigos del Museo San Telmo, creada en 1992, tiene como fin acercar la sociedad al museo y convertirlo en un foco de atracción para todos. Su objetivo es promover, estimular y organizar cuantas actividades tengan relación con la misión del museo, así como contribuir al enriquecimiento y divulgación del mismo y de sus colecciones. Además trasmiten a los responsables de la entidad museística las inquietudes de los usuarios.Otras obras cuya donación ha gestionado esta asociación con motivo del Día Internacional de los Museos han sido: Retrato de Chumy de Rafael Ruiz Balerdi (1997); Homenaje a Yves Klein de Carmen Maura Amunategi (1998); Cristina de Javier Sagarzazu (1999); Cabeza de moro de José Antonio Fermín Gorosabel (2000); Las cinco menos cinco de Josemari Alemán Amundarain (2001); Sin título de Ana Izura (2002) e Interior de Iñaki Álvarez (2003). Pero desde la primera hasta la de ayer han sido más de una veintena las obras cuya donación ha impulsado esta asociación a lo largo de ocho años.