EXCURSIONES 2006

22 DE ABRIL
NAVARRA. LA EDAD DE UN REYNO

Un día que amaneció lluvioso, nos colocó una caravana en Andoain, pero cundió. Finalmente lució un sol primaveral. Comenzamos por monasterio de Leire, que nos recibió brumoso e inquietante. Recorrimos sus interiores y sus exteriores. Continuamos al castillo de Javier, que como celebra efeméride, tienen montada una interesante exposición sobre el santo y su vida. Nos sorprendieron los kakemonos, los dioramas y toda la iconografía y leyendas que rodean al patrón de Navarra. Especialmente la historia del cangrejo y la imagen del Cristo de la risa, una imagen del siglo XIII, que mantienen en la capilla de la Torre del Cristo, como lo más preciado y precioso, rodeado de unos murales del siglo XV que representan las danzas de la muerte. A varios amigos no les gustó la reforma del castillo. Tampoco el nuevo edificio ni la megafonía. Comimos en el Mesón: pimientos rellenos, paella y carne, y salimos hacia Sangüesa. Impresionante la portada de la iglesia de Santa María la Real, que nos sirvió para la ritual foto de grupo. El fotógrafo invitó a los amigos a desnudarse, intentando imitar a Spenecer Tunick, que esa misma mañana consiguió que más de mil personas lo hicieran en el Kursaal, pero no tuvo la misma respuesta. No consiguió mover ni una sola bufanda. Sangüesa cuenta con varios edificios de interés, que recorrimos de la mano de Montse, y seguimos hacia Pamplona. Algunos conocimos por primera vez el Baluarte y sus impresionantes espacios. En sus sótanos, y acariciando los restos de las viejas murallas de la ciudad, se ha instalado una gran exposición sobre Sancho III el Mayor, personaje muy en moda en la última política vasca. Conocimos su Reyno y su águila negra, también muy en moda. Una más que interesante exposición, muy bien montada, apoyada con impresionantes audiovisuales de última generación y que nos coloca a dos palmos de piezas bellísimas que se merecen calificativos como "lo mejor de...", " el más importante...". Realmente el arca de San Millán y la arqueta de Leire merecen con creces ese calificativo. Como los beatos y biblias que se presentan al público. El guía, en un tono coloquial, nos condujo por la historia de Navarra y sus culebrones, haciendo unas pausas con tos, debidas al primer acto de kale borroka, tras un mes de tregua, del que había sido víctima colateral la madrugada anterior.

Castillo de Javier

Monasterio de Leire

 

 

 

El Baluarte de Pamplona

27 DE OCTUBRE
EL CAMINO DE SANTIAGO EN ARAGÓN

Un fin de semana otoñal, de esos como de regalo, que no nos lo merecemos. Un viaje más corto de lo normal, que en apenas dos horas y media nos colocó en el destino. El tiempo justo para ver una peli a la ida y otra a la vuelta, que resultó un poco larga y hubo que aclarar que, al final, la chica lista se casa con el chico rico. El hotel en Jaca, de pomposo nombre Oroel, como su monte padrino, muy cómodo, y el menú de buffet, toda una trampa para los débiles. Y... ¿cómo no? Montse, como siempre, pendiente de todo. La noche del viernes, tranquila. Los Pirineos estaban como de huelga y Jaca estaba solo para los de casa. Mejor. Se podía pasear o tomar un gintonic tranquilamente antes de ir a la cama. El sábado, 28, nos colocó temprano en el inquietante paisaje de Santa Cruz de la Serós. Una localidad de tejados de piedra y chimeneas redondas. Primero visitamos San Caprasio, una iglesia de elegante románico lombardo, de proporciones austeras y con un tímido acceso a su interior que se encontraba cerrado. El espacio exterior, generoso y verde. Muy cerca, visitamos la iglesia de Santa María, con su enorme torre, a la que accedimos por una claustrofóbica escalinata. Los que no se atrevieron se perdieron la experiencia de pasar un rato en una serie de habitáculos muy curiosos, como la cámara del tesoro, bajo la cúpula, iluminada de manera teatral, o la torre con una escalera metálica que accede al campanario, tres plantas más arriba. Luego San Juan de la Peña. Monasterio benedictino, fundado en 920 y dedicado a los mártires San Cosme y San Damián. Contiene los restos mortales del que fuera primer rey de Aragón, Ramiro I. Todo un regalo de vértigos ascendentes por la pared rocosa que se desparraman por una ladera verde e interminable con vistas a los Pirineos, donde hicimos la foto de grupo. Todo un buffet de sensaciones. Cada rincón, cada estancia, el mismo claustro es un plato perfecto. Vuelta al hotel y a comer, sin tiempo del ritual aperitivo. Por la tarde, el viaje interior a Jaca. Su impresionante catedral, románica claro. Y la primera de España, o al menos la modélica. Con su crismón, alimento espiritual de peregrinos. A punto de ser catalogada como patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Con un derroche de capillas que pasan del barroco al renacimiento con una elegancia sin par. Santa Orosia es una de las estrellas de la catedral, y el taqueado o ajedrezado jaqués es la característica que nadie puede olvidar en esta visita. Curiosas las pinturas del abside principal, firmadas en 1792 por un cuñado de Goya, Fray Manuel de Bayeu. Los capiteles de la fachada magistrales, y el brazo ortopédico sobre el púlpito, muy extraño. Visitamos después el convento de las Benedictinas y la iglesia de Santiago, que por estar en plena celebración, y ser ya un poco tarde, dejamos para otra ocasión. Saludamos a cada paso a Ramiro I, aburrido, junto a una farola dudosa, en una de las plazas de la localidad. El Portón fue un restaurante solicitado para una cena, que no estaba incluida en la excursión, y que cada cual se lo montó a su gusto. Incluso hubo quien se desmelenó en La Trampa. El domingo, nos acercamos a Sos del Rey Católico, y lo hicimos por el camino más largo y pintoresco. Sus calles estrechas e inclinadas, su mercado, su muestra de setas, su iglesia fue un espectáculo total que lo disfrutamos en plano general desde el restaurante Trisquel. Luego ya a casa con la película que terminó bien, pero tarde.

San Caprasio
La catedral de Jaca
San Juan de la Peña