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EXCURSIONES 2016


Sábado, 9 de abril
ZONA DE VALDEGOVÍA
Salimos a las 08:30 de la nueva estación de autobuses de San Sebastián. Hace fresco y amenaza lluvia. Eran como tres horas de viaje y, al final del mismo, Montse nos puso al corriente de lo que nos esperaba y sus particularidades históricas.
La primera visita es para la iglesia de San Román en la población de Tobillas. Se ve que está recientemente restaurada por la Diputación Foral de Álava, y pasa por ser considerada la iglesia más antigua del país vasco. Su cabecera prerrománica y parte de la cimentación corresponden a la primera mitad del siglo IX y el resto, de diferentes momentos hasta el siglo X. Visita rápida porque hay mucho que ver. A pocos kilómetros por carretera, aparcamos cerca de un tupido pinar que nos conduce a las Cuevas del Moro, dos grutas eremitas, escavadas en la roca y en cuyo suelo vemos varias tumbas. Esta zona forma parte de la Ruta de las Cuevas Eremitas, habitadas en los siglos V y VI por ermitaños.
La siguiente visita le toca a Nuestra Señora de la Asunción en Tuesta. Una iglesia del XIII que, con razón, la llaman la catedral de Valdegovía. Su portada, actualmente protegida por un pórtico del XVIII, es de una gran riqueza narrativa en sus archivoltas. En su interior, pudimos disfrutar de su retablo y de una preciosa Virgen Blanca policromada y datada hacia 1300. Ya fuera, un fresco parque arbolado, presidido por un crucero. Por su sugerente luz y, con el fondo de la portada de finales del románico, hicimos la primera de nuestras fotos de grupo.
Y la última de las visitas de la mañana, fue para la iglesia de San Martín, en Bachicabo. De apariencia renacentista, tiene restos románicos. De una sola nave y altos muros, su mayor interés está dirigido al doble retablo barroco. Uno de madera que recuerda, en su estructura, a los trabajos de Gregorio Fernández, que sirve para acoger los ocho lienzos enmarcados y donados por Sebastián Hurtado de Corcuera, Capitán General de Flandes, entre los que destacan dos copias de los lienzos de Rubens y Van Dick (El Descendimiento y San Martín troceando su capa). Cuando en 2006, se retiran los lienzos para su restauración, aparecen detrás unas pinturas anteriores, por lo que se decide desmontar el retablo entero, restaurarlo y montarlo de nuevo, adelantado un par de metros para crear un pasillo desde el que se puede observar el retablo pintado, del siglo XVI. Este peculiar descubrimiento, sirve de principal argumento para la promoción del edificio.
Seguidamente nos acercamos a Salinas de Añana, cuyas ruinas resultan ser muy fotogénicas y se pueden disfrutar desde el restaurante Palacio de Añana, que nos espera, justo frente a ellas. Un menú potente, como para estómagos robustos: Ensalada mixta, alubias pintas con tocino, chorizo y morcilla, y un codillo asado en su punto. Y para rematar, tiramisú. Fue necesario un café bien cargado y acompañado de buen ron para disfrutar de la digestión.
Y seguimos hacia la Torre de los Varona, en la población de Villanañe. Una impresionante fortaleza, que parece haber sido construida por el almirante visigodo Ruy Pérez, hacia el 680 y que pertenece a los Varona desde el siglo XV. Actualmente se encuentra protegida como patrimonio histórico español, y sus propietarios habitan en una parte de la torre. Un atento guía nos mostró el edificio en recorrido detallado mostrándonos las estancias públicas y las privadas, empapeladas éstas con curiosos motivos. Interesante la leyenda y el escudo de los Varona y su episodio bélico con el que fuera rey de Aragón, Alfonso I. Y ya, en la salida, con el fondo del castillo, la segunda foto de grupo. De vuelta a casa, pudimos ver la película de moda, Ocho apellidos Catalanes. 

San Martín troceando su capa (copia de Van Dick)

Imagen de la Virgen Blaca, en la Iglesia de la Asunción.

 

 

Grupo frente a Torre Varona

Viernes, 14 de octubre
LÉRIDA
A las cuatro de la tarde, salíamos de la nueva estación de autobuses. El Goiherri a tope y Juantxo, su chófer, estrenaba con nosotros. “Cuando cae la nieve” es la película que nos ponen para el segundo tramo del viaje. Llegamos al hotel y tras instalarnos, una ensalada y pollo, nos esperan en el comedor. Como está céntrico, algunos nos damos una vuelta por la zona para tomarle el pulso a la ciudad, que está vacía y sin un tasco para tomarnos un café. Nos entretuvimos con Indibil y Mandonio, los héroes históricos, que estaban aburridos en el Arco del Puente, antigua entrada a la ciudad.
El día siguiente, sábado, con un sol radiante, y después del desayuno buffet, entramos ya en materia. Con el autobús, que se traba en el camino, llegamos a la colina donde están la Seu Vella y el Castillo de la Suda. Impresionante la catedral vieja, del siglo XIII, ya desacralizada, con sus enormes espacios vacíos, sin bancos ni altares, ni nada, donde la gente pasea a su aire, haciendo fotos y buscando espíritus. Se mantienen algunas pinturas muy interesantes de estilo gótico lineal. El claustro impone por sus medidas. Se dice que es uno de los más amplios de España. Ideal para una foto de grupo. Y fuera, la gran explanada, con vistas a toda la ciudad. Al lado de la catedral, el castillo, bastante más deteriorado y con muchas historias que contar, como el enlace entre Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón, en 1150, que supuso la unión de Cataluña y la Corona Maña.
Un aperitivo antes de comer en el hotel. Hoy tocaba menestra de verdura y pescado.
Por la tarde, recorremos a pié el Museo Diocesano. Muy agradable, bien montado e iluminado, con interesantes piezas catalanas y aragonesas. Después visitamos la Iglesia de San Lorenzo, de estilo románico, y dos naves laterales góticas. Llamaba la atención la piedra vista y los diferentes retablos, también de piedra. Montse nos puso al corriente, como siempre, de cada detalle. Después ya, en diferentes grupos recorrimos el centro de la ciudad, viendo los diferentes edificios, muy interesantes, dedicando más tiempo a los modernistas.
Esa noche, como es costumbre, buscamos un lugar para “cenar de la tierra”, que también es cultura. Y nos decidimos por una “catedral” donde preparasen esos caracoles a la llauna, que tanta fama han conseguido. Con escalibada, claro.
El domingo comenzamos por el Conjunto Monumental El Gardeny, un castillo templario situado en otra colina de la ciudad, y con unas vistas espectaculares, y de ahí ya fue patear la ciudad antigua con escala en el Museo de Jaume Morera, un antiguo casino, donde vimos una exposición de Manuel Viola. De allí a la Catedral Nueva, que estaban celebrando la misa dominical, el antiguo Hospital de Santa María, donde vimos una exposición sobre el Holocausto, el Ayuntamiento y una serie de edificios muy guapos, hasta que conseguimos encontrar un bar con vermouth de barrica y un algo para aperitivar en un día de verdadero verano. Había carrera de trial o algo parecido, pero no encontramos un lugar donde comprar alguna tontería de recuerdo. Una pena que, una ciudad con tanto que ofrecer al visitante, tenga tan descuidada su atención. De ahí al hotel a comer. Un arroz con hongos, bastante tieso y unas costillas sin domesticar. Qué pena de despedida, porque el hotel estaba muy bien. Película de políticos de una honestidad de película, "The Runner" con un Nicolas Cage sobreactuado, como siempre, y una Connie Nielsen guapísima, como siempre.  Un fin de semana muy bien aprovechado.    

 

Claustro de la Catedral Vieja

Museo Diocesano

 

 

 

 

Grupo en el Castillo de la Suda